Fiesta de pijamas

Luego estuvo aquella vez. Yo había estado conviviendo con ella durante cerca de un año y teníamos una relación de aproximadamente 2 años cuando decidió que se agobiaba y se largo a su país.

El mismo día que se fue, baje a lo que algunos llamarían licorería, pero que en realidad es una tienda de pakistaníes (benditos pakis, trajeron los badulakes y los lateros) y me aprovisione de vino barato, latas de cerveza y algo de whisky (también barato, por supuesto). Llame a todos los polvos que conocía, que no eran muchos, pero les dije que se trajeran amigas…que haríamos una fiesta de pijamas. Resultó que en mi piso de 50 metros acabaron entrando cerca de 12 o 14 mujeres y alguno de sus amigos gay. Yo los miraba y pensaba, estos tíos no se lo montan nada mal, están siempre al lado de mujeres increíbles y con la excusa de que no se les pondrá dura con ellas, les meten mano sin parar. Debería aprender algo de ellos…sutilidad, supongo.

La cuestión es que empezó a correr el alcohol y poco más tarde lo hicieron los porros y la cocaína. Yo iba con mi vaso de whisky de un lado para otro, escuchaba conversaciones, reía las gracias y de vez en cuando entraba en alguna conversación. Tarde poco en agotarme de tantas mujeres y sin haber tocado a ninguna. Realmente había montado una fiesta de pijamas…bravo por mí. Cuando empezaron a buscar por internet cortes de gran hermano, decidí que aquello era demasiado para mí. Serví una última copa bien cargada, me lie un cigarrillo y me fui a la cama. Pensé en todas esas mujeres en mi comedor, en mi cocina, en mi baño…incluso en mi terraza. Algunas eran tan bonitas y tenían tan buen polvo…intente ponerme cachondo, pero no hubo manera, la coca había hecho su trabajo. Mucho después, en mi estado de duermevela, escuche rumores y el sonido de las conversaciones que se habían ido apagando poco a poco. Me pregunte si acaso se estarían quedando dormidas…me cruzó la cabeza una imagen de 6 o 7 mujeres desnudas, estiradas en el suelo de mi comedor, haciendo la forma de una rueda que no se separa en ningún sitio...ya sabes a lo que me refiero. Con ese dulce pensamiento en mi cabeza volví al sueño.

Desperté porque tenía algo que no me dejaba respirar…palpe a la altura de mi boca y toque algo frio y blando. Con una rendija por ojo entreví que eso que tenía en la mano era un pie. Seguí con la mirada la línea que empezaba en ese pie, seguía por una pierna y por lo que veía terminaba en un culo. No era el mejor culo que había visto, pero no estaba mal. Puse ese pie sobre mi pecho, guardándolo con las dos manos como una vieja haría con su bolso en el autobús, y respire hondo. Esa hembra olía de puta madre, olía a sexo y si no me fallaba la memoria no había visto a ningún macho heterosexual en mi fiesta. Así que o bien había acabado follando con alguna o bien esa señorita con el pie en mi pecho había estado jugueteando en la acera de enfrente…no se que era mejor. Decidí hacer algo conscientemente y levante la pierna para ver algo más interesante, pero en vez de la parte más intima de ella, lo que vi fue una cabeza de mujer. O bien estaba soñando o la resaca era peor de lo que me temía. Asustado, o quizás esperanzado, me acabé de incorporar y miré a mí alrededor. Si, tres lindas señoritas habían decidido acompañarme en mi cama de matrimonio. Pensé en trabajarlas a las 3, pensé en despertarlas dándoles con mi lengua y pensé en mover acompasadamente mis manos y mi miembro. Un semental contra 3 vírgenes.

Me levanté de la cama y fui a por una cerveza…dicen que va bien para la resaca.